El fin del diésel y el uso de combustibles más eficientes son metas de la inminente Ley de Cambio Climático. ¿Cómo afectará al transporte profesional?
A mediados de año, Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, sentenciaba que el diésel “tenía los días contados”. En esta afirmación ya se podían apreciar los objetivos de la Ley de Cambio Climático que, desde entonces, ha preparado el Gobierno y que, previsiblemente, entrará en vigor antes de que finalice este 2018. Aquellas declaraciones en concreto y la inminente normativa han tenido una repercusión innegable en todos los sectores de población. Pero, sobre todo, ha conseguido que los cimientos del transporte profesional se tambaleen.
Aunque la desaparición de la gasolina y el gasoil no está prevista hasta 2040 (según las consideraciones del Ejecutivo), los fabricantes ya buscan soluciones eficientes para cumplir no solo con la futura Ley, sino con todas las iniciativas medioambientales propuestas por organismos internacionales. ¿Cómo puede afectar al sector transportes el fin del diésel? ¿Encontrarán combustibles alternativos que no perjudiquen a su cadena de suministro?
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Transición energética para adaptarse a la Ley de Cambio Climático
La categórica afirmación de la ministra, las restricciones que cada vez más ciudades están aplicando en las vías urbanas, la subida de los precios de los carburantes, el precio de los peajes… Los transportistas profesionales consideran que los ataques a su trabajo son cada vez más frecuentes y han empezado a levantar la voz en favor de sus derechos.
El sector del transporte defiende:
- El fin del diésel aún no es una posibilidad para el transporte por carretera. Los profesionales del sector explican que el gasoil sigue siendo el combustible más rentable para cubrir largas distancias. En cuanto a las emisiones, aseguran que se han reducido notablemente y de manera progresiva con la entrada en vigor de las diferentes normativas sobre motores Euro.
- Más importante que la desaparición de los vehículos diésel es la renovación del parque disponible. Mientras los fabricantes se esfuerzan por conseguir motores de gasoil más eficientes (sigue siendo un reto para el sector), las carreteras y las ciudades aún están llenas de coches antiguos sin los mínimos mecanismos de reducción o control de emisiones. El sector reclama incentivos y ayudas para hacer posible la renovación.
- Se necesita un periodo de transición bien planificado. Además de las ayudas a la compra de vehículos más eficientes o propulsados por energías alternativas, los transportistas esperan que la Ley de Cambio Climático establezca un calendario de adaptación bien estructurado. Pero, además de la implicación de los conductores (profesionales y particulares), también recuerdan que es el Gobierno el que debe proveer servicios necesarios como las estaciones de recarga de vehículos eléctricos o más surtidores para gas licuado.
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