Sin darnos cuenta, nuestro vehículo vela por nuestra supervivencia a través de lo que se conoce como sistemas de seguridad activa. Estos son los esenciales.
La innovación en materia de automoción está relacionada (al menos, en la mente de los consumidores) con la consecución de unos objetivos de eficiencia energética y diseño cada vez más exigentes. En parte, no les falta razón. La elevada competencia y las sucesivas medidas medioambientales, como la futura Ley de Cambio Climático, ponen a los fabricantes de vehículos contra las cuerdas prácticamente a diario.
Pero, además de estos objetivos, los nuevos modelos también superan otros más relacionados con la protección al volante. La innovación y mejora de los sistemas tradicionales de seguridad activa es una realidad de la que debemos tomar conciencia. Pero ¿cuáles son estos mecanismos? ¿Cómo protegen al conductor en carretera?
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¿Qué es la seguridad activa?
Los sistemas de seguridad activa en los vehículos son todos aquellos que reducen el riesgo de sufrir un accidente. Año tras año, los fabricantes centran sus esfuerzos de producción en ellos, en conseguir mecanismos cada vez más sofisticados e innovadores con los que salvar vidas en carretera (estos cinco dispositivos de seguridad se han convertido ya en indispensables). El fin básico de la seguridad activa es reducir los efectos de los errores humanos o los fallos del propio coche o las vías antes de que se produzca el siniestro.
Pero, también existe la seguridad pasiva. A diferencia de la anterior, está formada por todos los mecanismos que se activan después del accidente para minimizar los daños, cuando ha sido imposible evitarlo. Es el caso del airbag, el reposacabezas (bien colocado puede evitar un latigazo cervical), las sillas infantiles o el botón e-Call. Con todo esto, podemos afirmar que la principal diferencia entre los sistemas de seguridad activa y pasiva guarda relación con el momento en el que entran en funcionamiento. Ambos velan por la protección del conductor y de los ocupantes del vehículo pero los primeros lo hacen para evitar que ocurra algo; los segundos se activan cuando no se puede hacer nada contra el suceso.
Dónde podemos encontrar los sistemas de seguridad activa y pasiva
Desde hace años, los vehículos cuentan con unos mecanismos básicos de seguridad activa. Son sistemas tradicionales de sobra conocidos, como los frenos, la dirección, la suspensión, los neumáticos… Todos ellos, imprescindibles, contribuyen a mantener un ritmo de conducción estable y a minimizar cualquier riesgo o error que aparezca durante la conducción (baches, atascos, obstáculos inesperados en la carretera, velocidad alta, etc.).
Pero, además, los fabricantes han conseguido añadir una serie de innovaciones en seguridad activa que se han vuelto también indispensables para garantizar la tranquilidad al volante. Estos son algunos ejemplos:
- Alerta por invasión de carril contrario. Cada fabricante establece el sistema pero su funcionamiento básico consiste en avisar al conductor en el momento en el que las ruedas sobrepasan los límites del carril de circulación.
- Visualización ángulo muerto. Colocados en el parachoques posterior, alertan al conductor de la presencia de otro vehículo u objeto en el ángulo exacto al que no llega su visión.
- Velocidad de crucero. En trayectos largos y monótonos, suele ser de gran ayuda para los conductores. Permite establecer la velocidad a la que se quiere mantener el vehículo y, en ocasiones, también tiene en cuenta la distancia con el resto de los coches, activando una frenada controlada para evitar el choque.
- Frenada de emergencia. Permite repartir la fuerza de frenada en los puntos en los que más se necesita y, además, puede alertar al resto de conductores. El sistema detecta que es una situación de emergencia cuando el conductor suelta el acelerador para pisar a fondo el pedal de freno.
- Iluminación adaptativa. Una vía bien iluminada también es imprescindible para evitar accidentes. Cada vez más vehículos incluyen un sistema de activación automática de las luces o de regulación de las mismas según las condiciones climatológicas.