La nueva normativa europea sobre el etiquetado del combustible en los vehículos ha sido el último cambio que ha puesto en pie de guerra a los conductores. En este caso, por la necesidad de adaptarse [y aprender] la nueva nomenclatura. Antes de esta medida comunitaria, ya conocimos otras relacionadas con la limitación de los accesos a los vehículos “viejos” en las grandes ciudades, determinados días del mes.
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La eficiencia energética está detrás de todas estas iniciativas que buscan compatibilizar los medios de transporte y el cuidado del medio ambiente. En esta situación, y frente a todas las opciones tradicionales, el gas natural licuado (GNL) se erige como la mejor solución posible. Después de varios meses hablando sobre este combustible alternativo, llega el momento de conocerlo a fondo y destacar las ventajas de los vehículos propulsados con gas licuado.
La rentabilidad del gas natural licuado
En este post, ya hablamos de las ventajas de utilizar el gas natural en el transporte por carretera. Pero cabe distinguir entre dos tipos: el comprimido (GNC) y el gas licuado (GNL). En realidad, son el mismo tipo de combustible, la única diferencia entre ellos es su estado: el primero está almacenado a altas presiones; el segundo es tratado para transportarlo a muy baja temperatura. Como consecuencia, es el gas natural licuado el que ofrece mayor autonomía puesto que, en el mismo espacio, se puede almacenar más cantidad. ¿Qué otras ventajas tiene este tipo de combustible para los camiones?
- Más económico. Una de las preguntas estrella al oír hablar de estos combustibles es la relacionada con el precio del gas licuado. Aunque depende de la estación en la que se vaya a repostar, cargar el depósito sale mucho más barato que hacerlo con diésel o gasolina, poco más de 0.60 € el litro. En total, se estima que el ahorro asciende al 39% con respecto a los combustibles tradicionales.
- Más ecológico. Es una de las opciones más eficientes: casi no necesita tratamiento después de su extracción, es limpio y sus emisiones son más reducidas que las de otros combustibles fósiles. Su combustión libera menos óxidos de nitrógeno y dióxido de carbono y no produce dióxido de azufre.
- Seguridad. A pesar de la desconfianza que puede generar llevar un depósito lleno de gas bajo el vehículo, lo cierto es que sus riesgos son casi nulos. Solo son necesarias unas pautas de defensa mínimas para garantizar un repostaje seguro.
- Respuesta. El gas natural licuado está especialmente recomendado para los trayectos de larga distancia. Su respuesta, en estos casos, o con la combinación con otro depósito de GNC (como los vehículos de MC Iveco Madrid) puede cubrir más de 800 km.
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